Editorial publicado el 13 de Marzo de 2006
En los últimos tiempos, vemos con preocupación el conflicto que se ha desatado por el tema de las papeleras que Uruguay está construyendo frente a Gualeguaychú, en Entre Ríos. Nos une con los Uruguayos un pasado común, un río en común, una lengua y cultura en común, así también como muchas otras cosas, por lo que doblemente se torna preocupante este conflicto.
Por supuesto que nos solidarizamos con nuestros compatriotas entrerrianos, porque a nadie le gusta que le construyan un potencial basurero enfrente de su casa. Pero también debemos reconocer que la inversión mas grande de la historia Uruguaya (cerca del 10% del PBI), no es algo que se puede rechazar en países que necesitan oportunidades para crecer. Esperemos que esto tenga una solución acorde, por parte de quienes la pueden articular. Pero esta situación, nos debería hacer reflexionar sobre la importancia que podría tener en nuestros países una industria sólida tecnológica, en especial ligada al software. Al fin de cuenta, el software no contamina... (bueno, tengo algunos amigos con los cerebros alterados, pero creo que ya venía de antes...). Y si en Uruguay o Argentina se harían inversiones por el equivalente al 1% del PBI (diez veces mas pequeñas que la necesaria en estas plantas), para impulsar la industria SSI, sin dudas tendríamos grandes posibilidades de generar una economía muy superior a la producida por la celulosa, y muchísimas veces mas de empleos calificados que los que serán empleados en las mismas. Inversiones en I+D, desarrollo de recursos humanos, impulso a las empresas, especialización y ayuda a la apertura de mercados, podrían ser parte de estas acciones. Y entonces, estaríamos (en cualquiera de los dos países), en condiciones de rechazar las empresas con mal olor.
Por supuesto que se necesitan fábricas de celulosa para papel en el mundo (y si no, ¿de qué vivirían los colegas fabricantes y vendedores de impresoras?), pero impulsar las industrias con alto contenido de valor agregado, cerebro-intensivas, sin dudas debería ser una forma prioritaria de evitar el tener que poner plantas de dudosa calidad, solo porque los países centrales ya no las admiten.
Y un tema mas. Ambas plantas son de celulosa, no de papel. Esto es un escalón un poquito mas alto que el de vender el tronco en rollos, en la escala del valor agregado. Pero no es fabricar el papel y sus derivados, la parte mas jugosa del negocio (y menos contaminante, de paso). De la misma manera, debemos ver que no nos quedemos contentos por estos parajes del sur, en ser proveedores de los servicios con el menor valor agregado, en el negocio de software y los servicios informáticos, y que aspiremos a fabricar la mejor calidad del papel posible, y no solamente pasta celulósica. Todo una paradoja para nuestra industria, esto de las plantas en Uruguay....¿no?
viernes, 28 de septiembre de 2007
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