Editorial publicado el 12 de Julio de 2007
En estas últimas semanas han aparecido, de manera creciente, signos que algunas decisiones en el ámbito económico, quedarían supeditadas a la agenda y tiempos de la política. Parece como que nuestro país puede tomarse unos meses sabáticos en materia de decisiones económicas, a la espera de resolver las candidaturas primero, y las elecciones luego. Y eso parecería no estar bien.
Y no hablamos solo a nivel nacional. En las visitas que hemos realizado recientemente a muchas de las provincias Argentinas es común escuchar comentarios como: “…hasta que no se sepa quienes serán los ganadores y asuman la conducción, es poco lo que se puede hacer…”. Como si los negocios o el sostenimiento del crecimiento de la economía, no necesite de la toma de decisiones de manera corriente.
Por supuesto que reconocemos el impacto que pueden tener los programas que uno u otro candidato puedan impulsar en sus próximas administraciones, pero en muchos casos debería existir una continuidad en la administración de un país que sigue viviendo mas allá de las contiendas electorales. Y mas aún, de las internas partidarias.
Tal vez, no hemos aprendido del todo la lección de fines del 2001. Un país que quiere desarrollarse y recuperar el terreno perdido, necesita de políticas con continuidad, que no deberían tener grandes cambios de una administración a otra, salvo la mejora en las áreas donde no hubo avances. O el impulso de otras que reflejen la solución a los nuevos problemas que se presenten. El debate político es importante y todos debemos estar involucrados, al menos con nuestro poder de decisión, pero este no debería demorar el crecimiento de la economía de un país. Ya hemos experimentado esto en el pasado, y sabemos los resultados. Obviamente tampoco podemos pensar a la economía como alejada de la política, porque también esto ha demostrado dar peores resultados aún. Además de ser naif. Pero no podemos estar pensando en acciones que recién comenzarían a ser implementadas a partir del 2008, cuando estamos aún a mitad del 2007. Esto es definitivamente mucho tiempo.
Y no me refiero a este sector, donde venimos afortunadamente trabajando en planes plurianuales, sino a la economía en su conjunto. La Industria del Software goza de algunas ventajas en este sentido, ya sea a través de la estabilidad fiscal marcada por ley, como un consenso entre los diferentes referentes políticos sobre su importancia.
Un país necesita de reglas estables para poder desarrollarse, y de dirigentes (en este caso empresariales) que alerten sobre los desvíos en las mismas, si es que se producen. Y aún que no veamos por ahora que el crecimiento del sector se vea afectado de manera significativa, dar la voz de alerta temprana, no resulta un ejercicio ocioso en un país como el nuestro que supo tener algunos remesones cuando la agenda política eclipsó al resto de las actividades. Y especialmente a la económica.
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