Edtorial publicada el 22 de Marzo de 2007
Aquellos que de tanto en tanto tenemos la oportunidad de participar en congresos o exposiciones a nivel mundial (como en estos días en CeBIT), nos enfrentamos con la disyuntiva de tener una visión pesimista u optimista, al comparar la situación de nuestro país y su industria TIC a escala mundial. Por supuesto, que la primer reacción casi lógica es sentirse abrumado por la abismal diferencia que se puede ver tanto a nivel de empresas, universidades y de desarrollos de productos. Lejos parecen quedar los optimistas números que hemos ido logrando en los últimos años, de los cuales nos sentimos legítimamente contentos. Y esta comparación en desventaja, en diferentes escalas, es pareja para todos los jugadores de nuestro país. Porque lucen pequeñas tanto nuestras empresas nacionales, como las filiales de las grandes corporaciones. Sin embargo, cuando las luces encandilan menos, es posible observar los espacios que aparecen para que países como el nuestro, puedan aprovecharlos y edificar una estructura económica-productiva que permita ir ganando otros nuevos espacios. Y así, construir una industria competitiva en otra escala.
Porque para muchas economías centrales, crecer satisfactoriamente puede significar tener tasas de un 5%. Y para muchas grandes empresas sectoriales, crecer en tasas del 15 al 20%, a escala mundial puede ser un gran resultado. Pero para economías como la Argentina, la oportunidad es crecer como país a tasas del 20/25% -en este sector-, y para muchas de las empresas (incluyendo las filiales de las corporaciones), un poco mas aún. Dicho en otras palabras, Argentina y sus empresas (de todo origen), bien pueden soñar con duplicar el volumen de sus negocios en tres o cuatro años. Mientras que esto es impensable en otro contexto.
Y caminando por los negocios, vemos que hay oportunidades, solo que hay que buscarlas dentro del nicho o mercado apropiado y, además, no dejarlas escapar. Y esto vale tanto para las empresas, como para el país en su conjunto. Es este último aspecto el que debemos pensar y trabajar en consecuencia.
Por supuesto que queda en evidencia que el conflicto Norte-Sur, en este sector, se manifiesta con crudeza. Y todos sabemos cúal es el papel que muchos quisieran que nosotros desempeñemos en el mundo (al cual le daremos pelea).
Pero hay espacios que aún no hemos ocupado adecuadamente. Porque a pesar de haber avanzado mucho en asociatividad para buscar políticas públicas o acciones sectoriales, aún seguimos funcionando en los negocios con un bajo nivel de clusterización de las ofertas.
Aún no hemos logrado crear una conciencia de la importancia de una “marca país”. Ni identificar aquellos temas en los cuales podríamos jugar un papel destacado. Y esto no depende solo de las empresas, sino también de la confluencia con los gobiernos y otras áreas económicas, de manera de empujar en un solo sentido.
Veamos el caso de Israel (donde estaremos esta semana). Con 1/6 de nuestra población, tiene un consumo informático igual al nuestro, pero al que le agrega adicionalmente tres mil millones de dólares de exportaciones. Esto es por la conjunción del accionar de empresas locales (algunas particularmente grandes), las corporaciones allí radicadas y un estado muy activo con su poder de compra (obviamente ligado a temas que hacen a su problemática de seguridad). En suma, las oportunidades están. Pero no duran para siempre. Creo que puede ser un buen tema para el debate en Cariló, el mes que viene.
Como dijimos hace poco, no sea cosa que esté “lloviendo sopa” y nosotros estemos esperando para tomarla mañana, cuando tal vez ya no haya.
martes, 30 de octubre de 2007
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